domingo, 9 de diciembre de 2012

04. Capítulo IV: Creo en Dios Padre


IV. CREO EN DIOS PADRE

Creemos en un solo Dios

La profesión de fe comienza con la afirmación «Creo en Dios» porque es la más importante: la fuente de todas las demás verdades sobre el hombre y sobre el mundo, y de toda la vida del que cree en Dios. Que Dios sea uno no lo sabemos solo por la razón, sino porque Él mismo se ha revelado en cuanto tal. Primero, al pueblo de Israel, cuando dice: «Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor» (Dt 6,4), «no existe ningún otro» (Is 45,22).
Segundo, y más decisivo, porque Jesús mismo lo confirmó: Dios «es el único Señor» (Me 12,29). ¿Entonces afirmar que Jesús y el Espíritu Santo también son Dios contradice la afirmación anterior? En absoluto, ya que son un solo Dios en tres personas diferentes, como tendremos ocasión de explicar más adelante.
Nos advierte el papa Benedicto que, cuando afirmamos que «Dios es», subrayamos con ello que existe la Verdad y un Fin por encima de nuestros fines e intereses. Existe otro Valor a lo que en este mundo se aprecia. Que todos nosotros somos criaturas, provenientes de ese mismo Dios. Criaturas amadas por Él y destinadas a la vida eterna. El hombre no proviene de la casualidad ni de la mera lucha por la existencia que lleva a la victoria al más apto que logra imponerse. Venimos del amor creador de Dios.
            También nos advierte el papa Benedicto que, en la mentalidad actual, al hablar de Dios tenemos dos peligros: por un lado, considerar la cuestión de Dios como algo meramente teórico e inútil y, por otro lado, lo contrario, considerar el tema de Dios como una cuestión de «praxis social», algo revolucionario”. Pero el Dios que se revela en las páginas de la Biblia es muy diferente: no es un principio inerte, sino que ha tomado la iniciativa y se ha revelado verdaderamente como ser «personal».
En el fondo, este primer artículo de fe nos pone ante un dilema: o bien se acepta la realidad como algo puramente material, o bien se acepta como expresión de algo que encierra un sentido. Son dos orientaciones de la vida absolutamente diferentes.